Abro un ojo aunque no ha sonado el despertador todavía.
Mmmmmhhhhhh, un poquito más. Cuando mis párpados empiezan a relajarse de
nuevo... RRRIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING. Siempre es lo mismo. Me levanto de la cama
acelerada, voy hacia dónde tengo el móvil enchufado, cargándose, lo cojo , paro
la alarma y no sé qué coño hago que se me cae, se desparraman todas sus piezas
por el suelo... Bufffff, estoy muy dormida para rehacer el puzzle, luego lo
monto.
Ducha. ¡Venga dale un poco de ritmo que estás de un lento
esta mañana niña!. Alargo el brazo desde detrás de la cortina para coger un gel
para la cara que está encima del mármol... por descontado se me cae, porque
estoy patosa y punto. Genial, bueno va, da igual, mañana te lo pones.
Termino de arreglarme y reconstruyo el teléfono; luego me
quejo de que no funciona bién, si es que no me extraña nada, lo pongo a prueba
cada día... a prueba de ostias. Es más tarde de lo que creía, mi teléfono es mi
reloj y si no lo tengo encendido vivo en un mundo sin tiempo.
Bajo los 4 pisos por las escaleras con la bolsa de basura a
medio metro de mi, alejándola para que no me toque ni me pille su olor; que
estoy recién duchadita, ¡hombre!.
Delante de casa me encuentro a una amiga, vecina también
pero más amiga. “¡Qué guapa!”, me dice ella, “Pots comptar!” respondo yo. ¡Qué
manía tan estúpida tenemos algunas mujeres cuando nos sueltan un piropo de desmontarlo,
por dios!.
Y sigo andando hacia la estación del metro, empiezo a sudar,
que el calor ya aprieta en Barcelona, y... ¡mierda, el contorno!. Joder, me
olvidé del contorno de ojos... joder qué
rabia. Me cruzo con una chica que lleva un café en un vaso de estos de cartón
que ahora tienen en todas partes y pienso que qué pena que no tengamos tiempo
ya ni para sentarnos a tomar un café, aunque claro, todo es relativo, te pones
el despertador 5 minutos antes y así tienes tiempo de sentarte en la cafetería
en lugar de coger el café para llevar... Aunque estoy convencida de que si me
hubiera despertado 5 minutos antes me hubiera pasado 5 minutos más
arreglándome, esto funciona así; en lugar de 4 veces me habría cambiado 8 de
camiseta.
Bajo las escaleras del metro rascándome el muslo... putos
mosquitos que llegan con el verano... arrrrgggggh, ¡cómo pica!. Un hombre me
mira, ... claro, llevo una falda que se convierte en faldita si te la arremangas
para rascarte... y... ¡y es que es muy temprano para ir enseñando las carnes...
En el metro apoyo la cabeza en la pared del vagón, respiro
hondo... me he levantado hace exactamente 65 minutos. El día promete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario