Avui és el dia.

Avui és el dia.
"Sing, sing at the top of your voice, Love without fear in your heart. Feel, feel like you still have a choice...If we all light up we can scare away the dark"

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Aina y las cabritas que no pudo secuestrar... (2ª PARTE)



A las siete de la mañana empezó mi segundo día en el paraíso de los animales (infierno de los humanos) y al repartir las tardeas durante el desayuno, siempre con la adorable compañía de nuestro Ratatouille particular, se me asignó la limpieza de la planta de abajo junto a Laura, a la que vi muy entusiasmada por tener ayuda en esa tarea que ella desempeñaba sola  diariamente.  No será para tanto, pensé. Pasar la escoba y poco más. Como en todo hasta el momento me equivocaba.

Limpiamos las cacas de la habitación de las gallinas enfermas, limpiamos las cacas del pavo enfermo que supuraba una especie de mucosidad por todo el cuerpo, “puedes acariciarlo si quieres” me dijo Laura muy sonriente, tuve que tocarle con un dedo disimulando mi disgusto. Pero había más cacas que limpiar, las de la gata en cuarentena y las de ¡Oh sorpresa! Otra rata que tenían abajo en una habitación para ella sola porque todavía no estaba socializada del todo. Limpié corriendo esa habitación rezando para que Bolita no saliera de su escondite a saludarme. Después del festival de cacas tocó limpiar el baño y las habitaciones de los voluntarios (de las que yo no podía disfrutar) y la de la jefa marquesa a la que incluso tuvimos que hacerle la cama. Mientras yo barría, Laura me decía con cara de miedo que sobre todo estuviera todo perfecto, que si no luego la bipolar se lo hacía limpiar de nuevo, “lo quiere que se pueda chupar el suelo”. Ahora empezaba a entender la alegría de Laura al saber que iba a tener ayuda esa mañana. Y además de todo eso en este espacio vivían como veinte gatos, todo pelos, todo cacas, todo una mierda vamos.

Después de tres estimulantes horas haciendo de chacha en casa ajena, me encomendaron mi siguiente misión: ir a recoger bellotas.  Cada día había que rellenar tres cubos de bellotas. Bueno, al menos salgo de la casa, pensé, pero de nuevo me equivocaba porque las putas bellotas acabarían siendo mi principal ocupación durante ese día y el siguiente. Cuando llevaba dos horas con mis bellotas me preguntaron si podía acompañar a Ana la alemana a pasear a los perros. ¡Gracias Señor! ¡Escapo de las bellotas y paseo con mis amados perritos!  Caminamos con los cinco perros por la montaña y fue bonito. El primer momento que disfruté desde mi llegada. Los perros salían una hora por la mañana y otra por la noche y durante la comida aproveché para pedir si podía convertirme en la acompañante de Ana durante los paseos. Al menos así me aseguraba dos horas decentes al día.

Por la tarde otras tres horas recogiendo bellotas, que bonito el paisaje, que tranquilidad, aquí tengo tiempo para pensar, sobre todo para pensar en que tengo frío, en que estoy perdiendo el tiempo, en que los únicos animales que estoy viendo son las hormigas que se pasean por encima de mis piernas  y en que quiero salir de aquí como sea.

Mi salvación fueron de nuevo los perros y para el bosque que nos fuimos. Peter, uno de los perros, iba siempre suelto porque volvía cuando lo llamabas, pero los otros cuatro iban atados. Paseamos, hablamos un poco con el inglés chapurreado de Ana, y decidimos ir volviendo porque estaba anocheciendo. En ese momento oímos algo que se movía entre los árboles. Peter empezó a ladrar, todos los perros se agitaron y ladraban como locos.  Entonces Peter salió disparado en la dirección en la que habíamos oído el ruido, y no sé cómo, Catalina se soltó de mi mano y salió disparada detrás de él, corriendo como si no hubiera un mañana. Mierda. Se ha hecho de noche, no vemos un carajo y la perra se ha escapado. Ana, yo y los otros tres perros empezamos a caminar sin tener muy claro el rumbo, llamando a Cata. La oímos ladrar a lo lejos, muy lejos, ¿dónde ha ido la muy jodida? Ana me dice que a veces lo hace, que es una perra que aprovecha la mínima para escaparse. Aquí empieza nuestro Planeta Calleja particular por el bosque, escalamos, nos caemos, nos clavamos pinchos y nos rascamos la cara con ramas, la llamamos y la oímos pero nunca llegamos a ella. La aventura está empezando a desquiciarnos, ya llevamos como una hora de expedición intentando encontrarla. Nos reclaman por el walkie y miento diciendo que hemos perdido a Cata pero que la tenemos a la vista y no conseguimos atraparla. Ok, vienen a ayudarnos, me piden indicaciones pero no tenemos ni idea de dónde estamos. Ana conoce el camino que hemos tomado mejor que yo  pero no consigue explicármelo, no nos entendemos. Estamos en medio del puto bosque joder. La vemos entonces de refilón y, al tenernos delante, sale corriendo como una loca. Cabrona. Deja que te cojamos Catalina, y luego nos escapamos las dos juntas de aquí, pienso, si ya entiendo que quieras salir huyendo… Entonces la oímos ladrar de nuevo pero con más insistencia, nos vamos acercando al ladrido y por fin la encontramos. Ha quedado atrapada en un agujero y no puede salir, ahora sí que te dejarás coger, que si no  ya estabas camino a Barcelona….  Cual exploradora experta Ana se desliza y escala con ella en brazos hasta pasármela a mí. Ya la tenemos. Respiro. Menos mal. Era mi momento bonito del día y casi me da algo. Regresamos exhaustas y pálidas del susto. 

Me fumo un cigarrillo en la esquina del patio que nos está asignada a los leprosos que fumamos, “fumadores pecadores” dicen todo el rato con rintintín. Ufffff qué rabia me dan…  Aprovechando que estoy en el patio y tengo una rallita de cobertura llamo a Guille, le digo que ya me ha bastado, que no quiero estar allí y que venga a buscarme en cuanto pueda. Promete venir al rescate al día siguiente.  Entro en la casa e intento mandar un mensaje para comunicarme con alguien normal  del mundo exterior, pero no hay manera porque, aunque hay wifi, no se nos da a los voluntarios. Es sólo para el uso del ordenador de la jefa. Será que este servicio no estaba incluido en los 5 € diarios que pago de manutención (pagados en anticipo y que pierdes si decides irte antes de tiempo), ni en trabajar gratis diez horas diarias. ¿Voluntariado o explotación? No comments. Esa noche dormí en mi incómodo sofá, con mi gatito, un poco más feliz sabiendo que era mi última noche allí.

Mi tercer y último día transcurrió parecido al segundo: limpiar la casa, bellotas, perros, comida, más bellotas. Seis horas estuve cogiendo bellotas ese día. Una voluntaria me dijo que ella no había hecho otra cosa durante sus tres primeras semanas. Yo me suicido. Lo único bueno de las bellotas era que mientras estaba debajo de la encina aprovechaba para fumar un pitillo sin que me miraran como a una drogadicta, y que estaba mejor sola que con la friky pandi.

Había acabado la jornada y yo esperaba la llegada de Guille como agua de mayo. Mientras fumaba en la esquina del patio intentaba idear un plan para llevarme a las dos cabritas, qué bonitas eran, seguro que a Guille le acababa convenciendo, pero era peligroso porque la bipolar decía que todos los animales de la casa eran sus hijos, que ella tenía una familia multi-especie, y todavía me denunciaría por secuestro. Entonces apareció Marta y con sarna me preguntó que qué tal estaba el cigarro, “fumadores pecadores” dijo. Ya estaba hasta los ovarios. Le respondí que el cigarro estaba cojonudo, que cuando me fuera me pasaría todo el viaje en coche fumando y que al llegar a mi casa fumaría en todas las habitaciones. Me pasaré toda la noche fumando, le dije. Me miró con una cara muy rara, como de miedo, y me dejó sola.  Vosotros sí que dais miedo, pensé.

A las siete de la tarde por fin llegó Guille. Creo que nunca había estado tan contenta de verlo. Mi príncipe salvador rescatándome de mi cautiverio. ¡Cuánto le quise en ese momento! No podía borrar una sonrisa inmensa de mi cara. Adiós panda de locos, ¡aquí os quedáis!   

Ya dentro del coche, a su lado, me sentí como en casa. Y cuando empezó a sonar Sabina mientras nos alejábamos de allí, ese coche se convirtió en el mejor lugar del mundo.


martes, 24 de noviembre de 2015

Aina y las cabritas que nunca acarició (1ª PARTE)


Hará cosa de un mes leí un artículo en el periódico en el que se pedían voluntarios para un santuario de animales rescatados, había cerdos, vacas, cabras, perros, gatos, entre otras especies, cada cual con su historia dramática y sus pertinentes secuelas. En el artículo se solicitaba gente para vivir y trabajar disfrutando de la posibilidad de estar en un espacio donde especies de todo tipo viven en libertad.

Me encantan los animales y la experiencia me pareció muy interesante. Soy una chica de ciudad y no he tenido muchas ocasiones de estar cerca de animales no domésticos (a excepción del cerdo de casa Dosil que me da mucho miedo) y todavía menos conviviendo con ellos en total libertad, así que me puse a investigarlos en las redes sociales y su página web. Me leí todos sus post, miré las fotos, vi los videos, y cada vez estaba más sorprendida y admirada por el trabajo que hacían. Parecía un paraíso, todos los animales libres en perfecta harmonía y yo ya me veía como Heidi con sus cabritas, toda feliz dándoles mi amor a  todos esos animalitos. Quería vivir la experiencia y decidí ir.

Después de rellenar varios formularios, pasar una entrevista telefónica y confesar que era omnívora (evidentemente todos ellos se alimentan de comida vegana, incluidos los animales) me confirmaron que podía ir, pasándome una lista bastante larga de normas que cumplir durante mi estancia y avisándome de antemano de que no podía introducir allí nada de origen animal, fueran alimentos o ropa: “Podrían ser la prima o la hermana de alguno de los animales” me dijeron.  Las opciones propuestas para la estancia eran de una semana, quince días o un mes. Pensé que para una primera aproximación una semana sería suficiente. Me dijeron que el trabajo era duro, de unas diez horas diarias, pero como en la documentación que había visto sobre ellos, todos salían rodeados de animales, trabajando con ellos, tocándoles, pensé que ese trabajo duro seria cerca de ellos y que con eso me sentiría más que recompensada.

El día de mi llegada dejé la maleta en el salón, donde previamente me habían hecho sentar en el suelo de espaldas a los perros para no intimidarlos, y casi corriendo, me hicieron un recorrido rápido por el lugar,  mostrándome dónde estaban los animales y advirtiéndome de que no buscara el contacto con ninguno de ellos si este no lo buscaba primero conmigo. 

A continuación me pidieron que limpiara las cacas del caballo, diciéndome que al caballo lo dejara tranquilo dentro de su casa y que sólo si salía la limpiara también.  Saqué una carretilla llena de cacas y enseguida me pusieron a pintar una valla. Dos horas pintando. Quiero tocar a algún animal.

Después de comer me tocó mover piedras con una carretilla arriba y abajo, viendo como los animales estaban a mi alrededor sí, pero sin tener ningún contacto con ellos. “Todo el trabajo que hacemos aquí repercute en los animales” me dijo una colaboradora que no estaba cargando piedras en ese momento, y sí, era cierto, mientras yo estaba con la carretilla otras personas se estaban ocupando de los animales, pero no era eso lo que me habían vendido ni lo que yo había ido a buscar. Por suerte alguien dijo si quería ver cómo daban de comer a los animales grandes (los de granja digamos) y fue lo mejor del día, de golpe estaba rodeada de vacas, cerdos, ovejas, cabras… Pero todo se tenía que hacer deprisa y corriendo, repartir la comida, rápido rápido, y cuando un animal come es mejor dejarlo tranquilo, así que fueron  diez minutos en los que intenté tocar de refilón a alguna oveja sin que me vieran, mientras seguía caminando rápido rápido, viendo a dos cabritas monísimas a las que tuve que reprimirme para no abrazar, pero ya no me dio tiempo porqué nos fuimos de allí.

Cuando entramos en la casa y por fin descansamos, pregunté dónde me podía instalar. Las habitaciones estaban llenas y tendría que dormir en el sofá. Puedes dejar tu maleta en el baño para que no moleste, me dijeron. Perfecto. Estoy cansada, no puedo deshacer la maleta, no he podido abrazar a mis cabritas y empiezo a preguntarme qué hago allí. Echo de menos un abrazo de Guille y a mi Meiga.

Además la conexión con el grupo tampoco había sido nada del otro mundo, todos un poco raritos, todos tan distintos a mí, voluntarios muy jóvenes que no tenían otra cosa que hacer en sus casas y que hacían bromitas que no me hacían gracia… Y la jefa una bipolar que ahora sonreía, ahora se convertía en una dictadora… Ya me lo había advertido Guille en los videos que habíamos visto sobre ellos, esta chica no está bien Aina… 

Entonces llegó el maravilloso momento de la cena en que me presentaron a Pulga, una rata que vivía en una pequeña mansión en el patio pero que desayunaba y cenaba con nosotros. ¡Qué bien! Casi no pude contener mi emoción. Se la ponían dentro del jersey y les iba saliendo ahora por una manga, ahora por el cuello, y mientras no se le veía la cola todavía era soportable, pero a la que empezaba a corretear por la mesa eso ya me superaba.  Hubo un momento en que vino directa hacia mí, y yo, con un acto reflejo, me aparté. De golpe ocho miradas acusadoras estaban fijas en mí, preguntándome: ¿Qué haces mala persona? ¡Aquí amamos a todos los animales! Madre mía. Me justifiqué como pude diciendo que me había pillado por sorpresa… Al poco rato uno de los perros se acercó a mí y le acaricié la cabeza (ven perrito guapo ven, que esto ya empieza a ser demasiado surrealista y vosotros nunca me falláis). Entonces la chica sentada a mi lado empieza a hacerme que no con la cabeza, que no, que no, y me susurra que mientras estamos en la mesa los perros no se pueden tocar. ¿Perdona? ¿Estamos locos? ¿Tenemos una rata corriendo por el mantel y no puedo acariciar al perro? ¡Anda ya! Somos muy hippies para todo, hay como cuarenta gatos por toda la casa, ¿y nos ponemos estrictos con los perros? Estoy alucinando.  ¿Dónde están esos animales que iban a rodearme todo el día, a los que iba a ayudar y a darles mi trabajo y mi amor?

 El balance del día era bastante deprimente: contacto con animales casi cero (había acariciado a una oveja y a dos perros, fuera de la mesa obviamente).  Y la Heidi que había en mí deseando salir. Ya me dijo alguien antes de irme que era una ingenua idealista… Me acosté temprano en mi incómodo sofá deseando que mañana fuera mejor, acompañada por un gato mimoso que me hacía cositas monas con la patita, se me paseaba por encima y acabó durmiendo encima de mi espalda y me hizo sentir menos sola. Y eso que a mí los gatos nunca me han gustado mucho, pero ahora ya sí. (Lo sé Carlois, pero era un gato bastante perruno...). 




lunes, 9 de noviembre de 2015

COMENÇAMENTS by Aru

M'escaquejo 5 minuts de la feina per dedicar unes paraules al blog. Que fàcil és escaquejar-se avui en dia eh? Només canvies de pàgina, obres una finestra nova i ja estàs xatejant, comprant online o escrivint emails als colegues. En fí, en aquest cas escric al blog per donar les gràcies, o més aviat per dir que me'n adono del que tinc. Escric per dir que sóc conscient de tota la gent meravellosa que tinc al voltant, i per dir que us estimo molt, i que avui és un dia fantàstic, no només perquè fa solet i estic escoltant musiqueta a la feina (que m'agrada molt, per cert), sino perquè he tingut un aniversari molt bonic rodejada de gent que estimo. I els aniversaris serveixen per això,no?per celebrar-los com vulguem i com ens faci feliços.
A mi em va fer molt feliç llegir tots els vostres bons records, alguns que compartia i em feien somriure, d'altres que no coneixia perquè era massa petita per ser-ne conscient. Recordar, a través de les vostres paraules, casa l'àvia, la nit que saltàvem sobre el llit, reunions de ladies, cangurs que encara ens veuen com nenes, moments del cole, concerts, cançons, sardinades a la platja, un sopar espantós però super divertit, acampades al mig de res...riures a un bar del sud, riures assegudes a la sorra, riure fins a plorar, riure fins a escopir el suc de taronja que estava bevent... Recordar tants moments i tot el que hem rigut. Gràcies per fer-me memòria.

Estem a principis de novembre, que és un mes maco de fred i sol;  a principis de setmana...que esperem que sigui profitosa. Rectifico: Que FAREM que sigui profitosa. I a principis dels 35... amb molts propòsits...o molt pocs, ara que ho penso. Treure'm el carnet, potser; Fer més exercici, (però haurà de ser a l'aire lliure eh, el propòsit del gimnàs ja està més que obsolet per mi); Lo típic, no? Aprendre anglès? Bueno, aquest ja està. Guai :-) 
Ser feliç.
Ja està.
Ser feliç amb els meus 35 anys i tot lo que m'han donat.