De otros soles... BY LAIA

     Otra vez esa sensación de remolino, de huracán... de viento que pasa y arrasa y no lo he visto venir. O sí que lo veía pero de reojo y miraba rápidamente hacia otro lado. ¿Qué tendrá el tren que lo hace tan melancólico?. No es la primera vez que lo comento en este blog, pero es que es tan así, ¿no creéis?. Ahora el sol está cayendo, ya le toca, nos ha dado un precioso domingo de abril. Un precioso y soleado domingo primaveral, ¡qué bien suena!. Así que ya se está escondiendo pero ahora es cuando da la luz más bonita. Él se cansa y yo regreso. Miro por la ventana, ... el mar, podríamos también preguntarnos ¿qué tendrá?, pero entramos en un bucle filosófico un poco bestia creo. Las olas, la espuma, que viene y se va... como yo, como el sol. Qué bonita luz la de esta tarde...

Arrastro el dedo por las canciones de mi ipod, esta no esta no esta no, ... busco una que no suene triste, pero todas tienen un deje, no sé porqué... pero espera, ahora que encuentro una alegre me parce que no me apetece nada, volvamos a los puñales, volvamos a las notas que se sienten como nosotros, es por eso que nos gustan las canciones chungas cuando estamos de bajón. Punto pelota, no hay más explicación. Porque se sientan a nuestro lado y se apoyan en nuestro hombro y nos susurran: "ya... yo también me siento así". Y Damien Rice me canta "and so it is, just like you said it would be" y asiento sin darme cuenta con la cabeza... si es que mira que lo sabías.  

Escucha a Damien

Y levanto la vista y veo el mar, me alegra ver que sigue ahí. En mi mejilla noto el calor del cristal de la ventana y el chucuchú del tren, como la canción de Mocedades -creo que era de Mocedades-, me trae recuerdos de tardes de verano en Calella, en nuestra querida arena de Port Bo, con Jonathan y Lluís y el bikini amarillo... y Anna... y las cosas fáciles; de una terraza en Santiago, con verdes vistas y unas copas de vino (y eso que no pudo ser); de ese día en Muros, que nos subimos por allí dónde los molinos con el coche a ver ese atardecer tan espectacular (y que hicimos esas fotos tan chulas), de una siesta en una cala de Cadaqués después de ponernos las botas en la Anita...; de una paella en Torroella, entre amigos y con flores rojas en el pelo, ... en definitiva; de otros soles.














Es lo que pasa en el tren, cuando no tienes más que hacer que pensar... y volver.